"Lo único que se interpone entre mí y la grandeza, soy yo". Woody Allen
El “Gernika” es uno de los
más famosos cuadros del pintor Picasso y se encuentra, actualmente, en el Museo
de Arte Moderno Reina Sofía de Madrid. Su puesta en escena es realmente
espectacular que, cuando uno lo ve, queda realmente impactado por sus grandes
dimensiones y por el mensaje que intenta trasmitir. Incluso, leía en algún lado
que no es necesario ni siquiera explicarlo. Sólo hay que verlo.
Como decía, el cuadro
ocupa un gran salón de paredes blancas y estratégicamente iluminado, haciendo
que el cuadro sea el único y gran protagonista. A mí personalmente me
conmocionó y me emocionó ya que las imágenes que exhibe realmente indican el
horror y el dolor de una guerra. Picasso intentó así, representar el bombardeo
de la ciudad vasca Gernika, por parte de las tropas alemanas en plena guerra
civil, dejándola destruida y con muchos muertos. Pero este hermoso cuadro tiene
además una historia particular y sumamente interesante. Todo comenzó cuando se
le encargó a Picasso que pintara un cuadro para ser exhibido en la Exposición
Internacional de Artes y Técnicas de París en el año de 1937. A partir de allí,
el cuadro suscitó mucha polémica tanto por su estética como por el mensaje,
llegándose a constituir en un símbolo antibelicista por generaciones enteras.
Luego de la exposición de
París, el cuadro comenzó un periplo por varias ciudades de Europa y de América,
condicionando su exhibición a la temática social y política que reinaba en
aquellas épocas, hasta quedar definitivamente por largos años en el Museo MOMA
de Nueva York, debido a las cruentas guerras que se desataron en Europa. España
comenzó a reclamarla para sí en el año 1968, pero Picasso no quiso que llegue a
su país mientras no estuviera instaurada una verdadera democracia. Mientras
tanto, el cuadro se iba deteriorando debido a la cantidad de veces que fue
enrollada, estirada, clavada con tachuelas y sometida a múltiples viajes, por
lo que la tela se resintió y la pintura comenzó a resquebrajarse. Así que
tuvieron que protegerla de alguna manera, con un barniz especial. Para mala
suerte en 1974, un joven manchó la pintura con spray rojo, en señal de protesta
por la liberación de un oficial que causó la muerte de varias personas en un
pueblo vietnamita. Había escrito “muerte a las mentiras”, llamando así la
atención sobre una obra de arte tan representativa. Menos mal que el barniz
evitó que sufriera mayores daños. Hasta que, por fin, el cuadro llegó a Madrid
en el año 1981. Ya en España también generó polémica, debido a que tanto la
ciudad de Gernika, como Madrid y Málaga -ciudad natal del genio- reclamaban
para sí el cuadro. Finalmente, se quedó en Madrid en el Museo Reina Sofía hasta
que, en estos últimos meses de 2010, se desató otra polémica porque el País
Vasco lo pedía para una exposición temporal, así como el Museo del Prado al
inaugurar nuevas instalaciones.
Menos mal que está
polémica terminó, al considerarse que el cuadro debía quedarse definitivamente
y para siempre donde está, ya que es como un viejecito que a lo largo de tantos
años ha sufrido mucho y que necesita descansar.
Sinceramente, se lo merece.
1 comentario:
Tee haa kedadoo muuyyy biien (:
Publicar un comentario