FOTO: redaragon.com
No me gustan los retratos pintados. Prefiero una fotografía, que puede captar en un instante toda la vida o el momento en que vive el retratado. Además en la fotografía se pueden apreciar detalles que se les han escapado al que realizó la fotografía y al retratado, lo que da lugar a que siempre se encuentre algo que no se vio la última vez. No así el retrato pintado.
Sin embargo, debo reconocer que cambié de opinión cuando conocí la obra de la pintora Nati Cañadas, que es muy conocida por sus retratos con "realismo mágico". Estos retratos se caracterizan por usar colores suaves que destacan las facciones del retratado, a la vez que crea una atmósfera de magia, haciéndolo agradable a la vista de cualquier persona que la ve.
Su obra es muy conocida dentro y fuera de España, destacándose como clientes, Charlton Heston, Michael Jackson, Plácido Domingo, ex presidentes, entre otros. Parece que su talento viene marcado en su genética ya que su padre tenía una academia de pintura y ella vivió entonces el arte prácticamente desde que nació.
Dicen que se hizo famosa y cambió el concepto de lo que era un retrato pintado, cuando pintó un cuadro del Rey Juan Carlos en vaqueros, en una pose muy desenfadada, dándole un aire moderno y diferente a los que usualmente se hacía. Justamente esto es lo que me gustó de ella, que rompió con la idea preconcebida de lo que debe ser un retrato pintado, es decir un retrato que muestra a una persona posando para ser retratada, dando como resultado algo frío y distante, tal vez atractivo sólo para sus dueños.
Romper esquemas es lo que también hizo otra mujer, la estadounidense Annie Leibovitz, pero con la fotografía.
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