Foto: Palacio Vista Hermosa. Jessica Jiménez Z.
Hace unas tres semanas, acudimos a la exposición pictórica de Camille Pissarro en el Museo Thyssen- Bornemisza y aquella fue la ocasión propicia de plantearnos conocer al fin, dicho museo.
Realmente no logro entender porqué no despertó interés en mí de conocerla antes, ya que vivo en España poco menos de quince años y sin embargo, pese a haber visitado por cuatro ocasiones el Museo del Prado, el Thyssen no despertaba en mí mayor interés, tal vez porque creía que su obra era de menos calidad que la del Prado. O que era menos interesante.
Pero debo confesar que ya visitándolo, provocó en nosotros una agradable sorpresa, ya que a más de ser más voluminosa la obra que la del Prado, tampoco tenía nada que envidiarla en cuanto a la gran y variada calidad de las mismas, lo que permitió que quedáramos tan embelezados, que sólo nos dio tiempo de visitar parte de la colección, quedando pendiente la del arte moderno, que tan gustosamente procuraremos visitarla en el futuro.
Y mientras la visitábamos, fue inevitable al menos para mí, no recordar la figura de Carmen Cervera, baronesa Thyssen, quien es la verdadera artífice de que la mayoría de españoles y turistas particularmente de latinoamérica, quienes visitan la madre patria con asiduidad, tengamos la fortuna de disfrutar de tan magna obra. Al tiempo que la recordaba, sentía mucha pena que la sociedad española no la recuerde como tal o no la dé la importancia que se merece, ya que se la relaciona más con la prensa rosa por sus problemas familiares o por su pasado con el famoseo.
La colección Thysen Bornemisza de por sí, es una obra importante y considerada a nivel mundial, que nació a mediados de los años 20 del siglo pasado con el primer baron Thyssen, August, quien comenzó su particular colección comprando especialmente durante la crisis económica mundial provocada por el crack de 1929 en EEUU y las dos guerras mundiales en Europa, cuadros que vendían desesperados coleccionistas que deseaban dinero urgente. Luego, dicha colección lo heredó de su padre el segundo barón, Hans, quien también fue comprando más obras en los años siguientes, hasta conseguir una importante colección que abarca todas las épocas del arte desde finales del siglo XII hasta bien entrado el siglo XXI, con preciosas obras del renacimiento, impresionismo, cubismo, flamenco, etc.
Hans, pese a ser un magnate de la industria siderúrgica, a nivel personal no tenía mucho éxito que digamos y luego de varios matrimonios fallidos, conoció a Carmen Cervera y se casó con ella en el ocaso de su vida. Al parecer ésta, le aportó felicidad y estabilidad hasta el día de su muerte, llegando a compartir incluso su aficción al arte a lo largo de sus años de casados. El barón en determinado momento, se propuso luego de barajar varias posibilidades, aunar toda la colección, incluso negociando con sus propios hijos y familiares, para exhibirlas permanentemente al público en un lugar que se encargue de cuidarla y mantenerla. Varios fueron los países y las ciudades que se anotaron para acoger dicha colección, entre ellos Bonn, Londres, París y Japón, pero al final se decantó por España, gracias a la influencia de su esposa, Carmen.
Para ello, el Estado Español dispuso del Palacio Neoclásico de Villahermosa, el mismo que se le realizó importantes adaptaciones a cargo del arquitecto Rafael Moneo. Además se llevó a cabo un contrato de arrendamiento por nueve años, bajo condiciones de préstamo con el Estado Español en el año 1988, aunque pocos meses después, se la modificó para acordar la venta definitiva de la colección a España. Felizmente transcurrido el plazo, la colección se quedó durante más tiempo, e incluso se añadió la colección particular de Carmen en el año 2004. De esta manera se formó el triángulo de oro del arte español en Madrid, con el Museo de Arte Moderno Reina Sofía y el Museo Nacional del Prado.
Y por último, cuando salimos del Museo luego de visitarlo, viendo los preciosos árboles en el verano madrileño a lo largo del Paseo del Prado, recordaba que esta hermosa vista, también se lo debemos a Carmen, quien ante la loca idea de talar los árboles por parte del Ayuntamiento, fue capaz de encadenarse a uno de ellos en protesta por tamaña locura. Fue gracias a este gesto, que la comunidad concienzó sobre el asunto, que felizmente no se llevó a cabo.
Espero que con esta breve y modesta reseña, a Carmen Cervera, baronesa Thyssen, se le dé el sitial que se merece, a quien España le debe mucho, pero mucho.
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