Foto: Museo de Julio Romero de Torres
Hay obras pictóricas que representan o - como en este caso -
resumen, la vida artística de un pintor. Me refiero en el caso particular de la pintura “La Chiquita Piconera” de Julio
Romero de Torres, que personalmente me encanta, ya que detrás de ella existe una historia
bastante interesante, como cualquier gran obra que se precie.
La modelo del cuadro se llamaba en realidad María Teresa
López y era natural de Argentina, aunque sus padres eran españoles que luego de
emigrar a la Argentina, volvieron a su natal Córdoba con la pequeña María
Teresa de apenas 8 años. Ella se prestó como modelo del pintor en los últimos
años de la vida del mismo, y arrastró a lo largo de toda su vida con el sanbenito de tener que desmentir que
entre ella y el pintor no existió ningún romance, ya que cuando ella posó,
Romero de Torres era muy mayor ya que contaba con más de 50 años y ella era apenas
una adolescente de 14 años.
Julio Romero de Torres por su parte, fue un destacado y
reconocido pintor de finales de siglo XIX y principios de siglo XX, que nació y
murió en Córdoba, luego de una larga enfermedad hepática. A lo largo de su
vida, había realizado importantes cuadros, siendo las más conocidas La
Buenaventura, Naranja y limones, el Poema de Córdoba, la Chiquita Piconera y
Fuensanta, siendo éstas dos últimas muy especiales ya que la modelo es precisamente
María Teresa López y adornaron un sello de correos y a lo largo de varias décadas,
la parte posterior de los billetes de cien pesetas, respectivamente.
En el caso puntual de “La Chiquita Piconera”, me recuerda a
mi sobrina Anita, ya que es una chica morena, poderosamente racial, de rasgos
perfectos, que reboza juventud y belleza por todos sus poros. Además, este
cuadro atrae a los entendidos y al público que lo aprecia, ya que la modelo se
encuentra revolviendo el carbón (picón) de un brasero mientras con su mirada
frontal y directa, sugiere mil interpretaciones. Además, posa de una manera
poco usual para la época, es decir agachada, con el hombro desnudo, las medias
enrolladas que sugieren unas piernas perfectas y con la ciudad de Córdoba a
través de la ventana del cuarto donde posa la muchacha, siendo considerado por
todo ello, un cuadro demasiado erótico para la época.
Pese a la fama que adquirió dicho cuadro hasta nuestros
días, lamentablemente la modelo en los últimos años de su vida, vivió pobremente
y necesitada, aunque finalmente fue reconocida por las autoridades y por el
público que nunca olvidará que ella es la bella muchacha que representó a la “Chiquita
Piconera”.
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