Foto: Calcuta
Si un
negocio te abruma por el principio, comiénzalo por el fin. Proverbio árabe
Estuve una temporada de vacaciones en Ecuador y he regresado
a Europa no solamente decepcionada sino también convencida una vez más, que el
Sistema de Transporte Público del Ecuador y particularmente el de Quito,
necesitan un cambio radical. Casualmente por aquellos días, se inició un amplio
debate con respecto a la subida del costo de los pasajes así como también la
conveniencia o no de seguir con la construcción del metro en Quito. Sería por
ello que mi opinión llamada “TRANSPORTE PUBLICO, asunto de todos”, se encontró
en los primeros lugares del top ten de los artículos más vistos de este blog,
demostrándose de esta manera el interés que este tema ha suscitado en la población y provocando que me anime a comentar mis impresiones sobre este problema.
Pues bien, al carecer de un medio de transporte privado, fue
la ocasión propicia para hacer uso del transporte público así como también de los
taxis, que se han convertido éstos últimos, en la opción imprescindible ante la
falta de un transporte público eficiente. Comprobé entonces de primera mano, que
nada ha mejorado desde hace quince años que salí del país y que el problema sigue
igual o peor que antes, lo que me resulta incomprensible que el Alcalde Rodas,
haya comunicado con bombos y platillos el haber llegado a un acuerdo con los transportistas,
mediante el pago de un subsidio económico
a aquellos que muestren verdadero interés en mejorar el servicio
mediante el cuidado de sus instrumentos de trabajo, así como un mejor trato al
usuario, a cambio que se mantenga el mismo precio del billete de transporte.
Siempre me he mostrado en
desacuerdo, como se habrán podido dar cuenta mis amables lectores por
medio de este blog, con la mediocridad y falta de voluntad política de las
autoridades de turno para encontrar un remedio eficaz a los grandes problemas
de la ciudadanía y por ello, me siento decepcionada con esta “solución” por
llamarlo de alguna manera que tampoco lo es, ya que se ha demostrado a lo largo
de las últimas décadas que este tipo de acuerdos no han llevado a nada sino que
más bien han llevado al empeoramiento del servicio, con las consecuencias por
todos vistas con una ciudad caótica, desordenada, tercermundista y con el
pobre ciudadano anestesiado por la baja autoestima, que sufre estas consecuencias
sin apenas tomar conciencia de sus derechos para exigir mejora en los
servicios, quien por algo cumple con sus deberes pagando sus impuestos, aunque
esto último también merezca un análisis más profundo, ya que éstos han sido
rebajados en Quito, mostrándolos como un triunfo y un beneficio para la
ciudadanía, cuando es todo lo contrario.
Un problema como el transporte público del Ecuador y
concretamente el de Quito, debía haber sido tomado con la máxima seriedad y
rigor del caso, sin medias tintas. Por ejemplo, me pregunto si alguien ha hecho
mención del estado sicológico incluso siquiátrico de los chóferes que conducen
las unidades? Porque al igual que siempre, he constatado que son personas que
en un momento determinado van a 20 kms por hora como si ya se durmieran y
luego, repentinamente comienzan a acelerar de tal manera que la caja de cambios
parece que se rompe por la brusquedad del cambio de marchas, llegando hasta más
de 100 kms por hora dentro de la ciudad, especialmente cuando atraviesan los
túneles, como si entraran en un estado de catarsis al sentirse dueños de un
aparato al que creen controlar, mientras decenas de pasajeros se sienten a merced
de unos individuos que nadie conoce qué méritos han hecho para ocupar dichos volantes
mientras ruegan a quien sea, no suceda un accidente del que todos tengamos que
lamentarnos.
Por otro lado, otra de las preguntas que me hice. ¿Quién
define las rutas? Ya que personalmente he comprobado que existen varias líneas
que van por la ruta más transitada cuando para otras, por ejemplo de occidente
a oriente y viceversa, no existe y si las existiera no se las conoce, porque
aunque han colocado unos bonitos letreros al estilo europeo, pero como suele
suceder se copia mal y no se adapta a las necesidades del medio donde se
implanta lo copiado, se indican en unos plásticos que ya se despegan, donde se
inicia la ruta y donde termina la misma, sin señalar los lugares donde pasa la
unidad, de tal manera que para un extranjero, -de hecho yo misma ya lo soy-, es
imposible dirigirse al lugar de destino sin preguntar a alguien que le guíe o
sin perderse en el trayecto. A veces me digo, ¿qué hace tanto funcionario
en la Alcaldía, -por decenas- que nadie es capaz de organizar grupos de
trabajo donde se analice el problema, se lo discuta y se encuentren soluciones
para este entuerto?. Vaya usted a saberlo…
En cuanto a las unidades, son todo menos cómodas, lo que
sumado a las altas velocidades en determinados momentos, me parece imposible
que un anciano o un discapacitado los utilice, por ello, no me extraña que
muchos de ellos opten por el taxi como último recurso para ser transportado
decentemente, por una ciudad donde también se hace cada vez más uso del transporte
privado, para llegar a su lugar de destino.
De la puntualidad, ni se diga. Es la guinda del pastel de todo el caos que
significa el transporte público del Ecuador. Depende del dueño de la unidad,
sin más ni más. Por tanto, es común constatar que en las horas pico brillan por
la ausencia y que no respetan las paradas. Por lo visto, también depende de sus
estados de ánimo. Paran donde quieren y donde se le antoja también al usuario,
que no conoce de normas ni de orden. Aunque tampoco se siente motivado, la verdad.
Por último, es decepcionante el bajo nivel de debate en
cuanto a la viabilidad o no de la construcción del metro, ya que que unos
alegan para que no se lo construya, el alto costo que llegaría a significar
para el usuario, viejo pretexto del que se han asido aquellos que no han creído
que la ciudad merece un transporte digno que sin embargo, como lo menciono
anteriormente, a los ciudadanos no le importaría pagar dos dólares o más si de esta
manera se transporta de manera cómoda…. Por ello, subir las tarifas del taxi como
se pretende, sí que sería catastrófico, ya que como decía, es la única
alternativa al servicio de transporte público. También se ha defendido que la solución "más económica" serían trenes voladores o algo por el estilo y es que se me hace imposible imaginar estos medios de transportes en una ciudad que está llena de cables, de letreros chillones, de vendedores ambulantes y de miles de coches, que no haría mas que caotizar más la situación y provocar una contaminación visual aún más grave.
Los ecuatorianos nos merecemos un transporte público digno
del siglo XXI, digno de un país rico y hermoso como es el Ecuador y digno de
unos ciudadanos que están dispuestos a dar todo de sí, si se trata de algo que
les dé comodidad y funcionalidad, porqué ya basta de la mediocridad de siempre
y que tan inoculada está en nuestra cultura, que ha provocado sin que sea trabajo
nuestro, que tengamos que angustiarnos hasta por los altos costos que podrían
significar soluciones drásticas y efectivas, lo que ha conllevado a la
ejecución de verdaderos paños de agua tibia como este famoso “acuerdo”, que
sólo empeorará la situación. Bien sabemos por el adagio popular que “lo barato sale caro”,
mientras que "lo que cuesta pero está bien hecho, dura toda la vida".
Nos merecemos esto último, sin duda.
Nos merecemos esto último, sin duda.
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