"Cuando veáis a un hombre atacado con furia por toda clase de gente y por
todos los medios, estad seguros que tal hombre es de gran valía". Charles A.
Saint-Beuve
Como todos sabemos (o deberíamos saber), los poderes del
estado son tres: Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Estos poderes constituyen
la columna vertebral de un país y deben ser respetados por todos los
ciudadanos, ya que el no hacerlo es como si desconociéramos que existe un país
llamado Ecuador.
Esto lo comento porque hace pocos días leía un editorial del
periodista Iván Sandoval Carrión titulado “Narcisismo a la ecuatoriana”, la
misma que no pude estar más de acuerdo en su contenido ya que viviendo en otro
país, se me hace más evidente que dicho narcisismo se ha constituido en un caso
ya de patología social, a tal punto que se ha llegado a irrespetar a estos
pilares del estado en todas sus formas, con el pretexto de que todo se puede
decir en el país de la libertad de expresión.
Bien decía mi padre que un ecuatoriano presume tanto que, de
lo único que no puede hacerlo es de haber sido astronauta ya que oficialmente,
ninguno lo ha sido. Por lo mismo, al ser lo máximo, es bastante difícil
encontrar en alguien la más mínima autocrítica peor que ofrezca disculpas por
una agresión tanto física como de palabra.
Y donde se hace más evidente este narcisismo ecuatoriano es en
gente que por algún motivo, ocupa un sitial predominante en la sociedad
llámense éstos políticos, periodistas, presentadores, deportistas o empresarios
que, ante posibles delitos o ya inmersos en procesos judiciales, se dan el lujo
de negar o de desobedecer las leyes, lo cual me preocupa en demasía y que de
hecho ya lo había manifestado hace algún tiempo en este mismo blog, al tener la
percepción que ese defecto persiste o que incluso se ha agudizado aún más con el surgimiento
de las redes sociales, provocando que la ciudadanía los imite, ahondando aún
más la ignorancia y la indefensión.
Y esto que comento es fácil comprobarlo cuando por ejemplo si
el veredicto de un juicio falla a favor del interesado, entonces sí es
justicia, pero si por el contrario es desfavorable, esa justicia simplemente no
existe. También es frecuente escucharlos que emiten por adelantado juicios como:
“fue una impericia”, “fue un crimen pasional” o “fue un acto de corrupción” todos
ello, ANTES que se lleve a cabo el debido proceso, desconociendo no sé si
consciente o inconscientemente el artículo 76 de la Constitución del Ecuador y
artículo 11 de la Carta Fundamental de los Derechos Humanos, que establece la
inocencia de una persona como regla hasta que se demuestre lo contrario.
Así mismo, he leído en la prensa frases como: “el presunto
delito” cuando la cosa ya ha sido juzgada y se ha emitido la sanción o pena
correspondiente, todo porque me da la impresión que no les ha gustado las
sentencias emitidas.
Por ello será, de casos tan sonados como el de un conocido
presentador de noticias que afirmó durante una entrevista que en la dictadura
de Pinochet había estabilidad en Chile y que al solicitarle la opinión pública que
rectifique, no solamente que no lo hizo sino que se reafirmó en su apreciación
mediante una explicación cantinflesca que no dejó indiferente a nadie, o el caso
de un capitán de corbeta quien hizo una reclamación mediante una carta
electrónica al mismísimo presidente de la república y que al encontrarse frente
a una inminente sanción, no se retractó de lo dicho sino que manifestó que lo
que quería decir había sido otra cosa, o el caso más reciente de un candidato a
la presidencia quien acusó a la esposa de un funcionario del estado de cobrar
dos sueldos por parte del gobierno para luego de un juicio y de declararsele
culpable de atentar contra la honra y el buen nombre de las personas, manifeste que con ese juicio se lo está persiguiendo por ser candidato de la oposición,
para luego cumplir a regañadientes la sentencia a los 21 días cuando el juez
determinó un plazo de 48 horas.
Y así, numerosos ejemplos se podrían comentar que por ello, creo
que es necesario reforzar la información a través de los medios de comunicación
y del gobierno, los mismos que deben instruir además a la sociedad de cómo
funciona la justicia, del contenido de la Constitución y de los códigos penal y
civil, para que la ciudadanía conozca sus derechos y los haga valer y que ante
delitos actúe y que si no está conforme con un fallo y cree que es injusto, lo
apele y que además los medios, se hagan eco y cubran hasta la saciedad de casos
que afectan a los de a pie y no solamente de los que afectan a los poderosos.
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