Stairway to Heaven, Eugenio Merino. Foto: Jessica Jiménez Z.
- "El mayor castigo para aquellos que no
les interesa la política, es ser gobernados por aquellos que sí se interesan".
Arnold J. Toynbee
No hay ningún misterio. El arte es belleza y reflexión. Y ni
siquiera tanto belleza. Es más estética, es decir, que sea al menos
presentable.
Y lo siento, ya que he visto por fotos de la tristemente famosa
exposición “Milagroso altar blasfemo” realizado en Quito-Ecuador con el
respaldo del Municipio capitalino y para mi modesta opinión, aquello no es arte,
es decir, ni es estética ni tampoco invita a la reflexión. A lo mucho, una mala
copia de obras que pretenden seguir la moda de echarle la culpa a la Iglesia
católica de todos los males de la humanidad y concretamente de la opresión a la
mujer.
En España, está de moda hacerlo lo que, en cierto modo, hasta
podría ser comprensible luego de ejercerse 40 años de nacional catolicismo que,
por lo que he sabido, la opresión a la mujer tuvo visos de estar institucionalizada
incluso, mediante leyes.
No así en Ecuador, que su realidad fue muy distinta e
incluso, cuando llegué a Europa, me admiré de lo avanzada que estaba nuestra
sociedad en cuestión de derechos de la mujer, ya que, cuando aquí se estaba
pidiendo igualdad de derechos para acceder a la independencia laboral por
ejemplo, en Ecuador, desde que tengo uso de razón, las mujeres hemos podido
acceder a la universidad libremente, hemos podido adquirir propiedades, viajar,
emprender sin ningún impedimento legal, hemos sido soporte económico del
marido, trabajando de igual a igual, entre otros avances.
Claro que persiste el machismo como en TODAS partes del
mundo, pero justamente es porque la lucha contra este mal, va direccionada por
caminos equivocados que, como en este caso, solamente imitamos realidades que
no son las nuestras como, por poner otro ejemplo, la conocida campaña para dar
le lactar a los bebés en cualquier sitio cuando en Ecuador se lo ha hecho
siempre y sin ningún problema a tal punto que yo misma recuerdo, tenía
compañeras en la universidad que recibían clases con sus bebés dándoles el
pecho recibiendo la colaboración expresa de profesores y compañeros. O cuando
se solicitaba la postergación de un examen o recalificaciones a causa de las
compañeras que, por ser madres, no habían podido estudiar.
La crítica a la Iglesia Católica y solamente a ésta de la
opresión actual a la mujer, me parece injustificable en cuanto los sacerdotes en
Ecuador y -no es ninguna mentira, ya que es fácilmente comprobable-, se los
conoce porque han hecho un trabajo silencioso durante muchos años,
contribuyendo en gran medida, al avance de los derechos sociales de los más
desfavorecidos. Sin irnos tan lejos en el tiempo tenemos los ejemplos de
Monseñor Leónidas Proaño que dignificó a la mujer indígena -ojo, nunca se
dirigió solamente a indígenas hombres, sino a TODOS LOS INDIGENAS- haciéndola
conocer y valer sus derechos o, en el caso del P. José Carollo que, con sus
obraderos, centros de salud, agrupaciones de mujeres casadas, madres solteras,
amas de casa y otros, impulsó su independencia laboral y económica, siendo por
ello su obra, reconocida y apoyada a nivel nacional e internacional. O como la
magna labor de los jesuitas que crearon hace muchísimos años el Centro del
Muchacho Trabajador para insertar a los niños abandonados de la calle,
alejándolos de las drogas, de los abusos sexuales, de la delincuencia… y ni qué
decir de los salesianos… faltarían hojas y hojas para escribir sus obras a
nivel educacional y de otra índole los mismos que han intentado suplir en algo
a los gobiernos que brillaron por su ausencia.
En cuanto a la estética prefiero ni mencionar, ya que ni
siquiera cabe análisis. Unos dibujos que cualquier niño de 12 años hubiera
podido hacerlo mejor ya que carecen del menor atisbo de creatividad o de técnica
que destaquen por su originalidad. La obra artística se supone que debería
invitarnos a la reflexión de cosas que están mal y a propiciar el debate, pero
con un mínimo de gusto, que no produzca incomodidad o muecas de desagrado, por
lo grotesco y cansino que puedan ser lo que, a todas luces dejan entrever que
lo único que buscan es provocar para lograr la fama de manera facilista.
Po último, más bien me temo que se ha desperdiciado una
magnífica oportunidad para hacer una verdadera concienciación contra el
machismo imperante que hubiese sumado apoyos y también malestar -porque no, que
de eso se trata-, cuestionando por ejemplo a los medios de comunicación que
fomentan presentadoras que se destacan solamente por su belleza física o que
trasmiten telenovelas enlatadas llenas de violencia, corrupción, narcotráfico,
violaciones de todo tipo en vez de apostar por proyectos radiovisuales que
instruyan a la gente sobre sus derechos o que cuenten historias personales que
promuevan el debate y la reflexión. Verdaderos programas de entretenimiento con
concursos para competir sobre diversos temas y al mismo tiempo crecer en
conocimiento, o crear documentales que mientras cuenten historias que reflejen
nuestras realidades, al mismo tiempo, cuestionen y ayuden a buscar soluciones.
Se podría también haber hecho obras de arte que cuestionen de músicas y estilos
que denigran a las mujeres las mismas que cosifican, incitan a las agresiones o
las minimizan mientras suenan, son bailadas y aplaudidas en radios, fiestas,
programas de T.V. programas escolares o institucionales tanto a nivel público
como privados. Nunca se lo ha hecho y
estoy segura, el primero que lo haga se hará famosísimo.
En fin, que miles de historias que podrían plasmarse en
forma de obra artística y creativa sin recurrir al tan manido
recurso de provocar a la Iglesia católica a sabiendas que ésta, sería incapaz
de contrarrestar o de defenderse con violencia como en otras, cuando tocan sus
sagrados símbolos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario