"La moda pasa de moda, el estilo, jamás".
Cocó Chanel
Me
ha causado mucho pesar conocer que Isabel Quintanilla ha muerto a los 70 años
de edad y de la poca trascendencia que ha tenido su defunción en los medios de
comunicación españoles.
Isabel,
junto con Esperanza Parada, Amalia Ava y María Moreno, constituyen las mujeres
que formaron parte del ya legendario grupo de artistas formado también por sus
esposos Francisco López, Julio López y el afamado Antonio López quienes se
conocieron en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando en los años 50 de la
posguerra y que optaron por la pintura realista.
Eran
los llamados “Los silenciosos”.
Pese
a que fue un grupo de esposos que hacían exposiciones colectivas en igualdad de
condiciones y se dieron a conocer antes de tener los 30 años, sin duda, el que
ha tenido el éxito más apabullante ha sido Antonio López, razón por la cual, se
ha ido desmereciendo el talento de los demás y de manera particular de las mujeres,
lo que las ha convertido en casi unas desconocidas a tal punto como decía, la
muerte de Isabel Quintanilla ha pasado casi desapercibida.
Alguna
vez ella se quejó que no se reconocía su trabajo en su propio país, ya que no
era invitada a exposiciones o se retiraban sus cuadros sin su conocimiento. Tal
es así, que en el museo de Arte Moderno Reina Sofía no existe un solo cuadro de
ella. Y si alguna vez se lo reconoció, era para enmarcarla como una de las
pintoras del franquismo, algo que la molestaba.
Su
obra si existe en cambio en Alemania o en Washington, donde obtuvo reconocimiento
como pintora particularmente en el primero, gracias a que conocieron en los
años 60 a un marchante alemán dueño de una galería quien tuvo la exclusiva de
la venta de sus pinturas y de los dibujos de su marido.
Quintanilla
reconocía que, pese a la difícil situación de la mujer durante la postguerra, siempre
tuvo el apoyo incondicional de su esposo lo que le permitió desarrollarse como
pintora, algo que no sucedió con Esperanza Parada que tuvo que elegir entre
pintar o trabajar. Los esposos López-Quintanilla tenían su propio espacio de
trabajo cada uno, donde su marido respetaba su “santuario” y ella el suyo. Luego
de morir él, se sintió incapaz de volver a ese lugar, por lo que buscó otro taller
donde trabajó hasta el día de su muerte.
Sus
obras, al igual que el resto del grupo, se destacan porque reflejan aspectos
cotidianos de la vida diaria en hogares de escaso poder adquisitivo, de clase
obrera, con escenas aparentemente insignificantes y anodinas con jardines
caóticos, dormitorios y comedores sencillos, baños desportillados, vasos,
muebles deslucidos, cuchillas de afeitar, hasta una colilla tirada en el suelo que,
sin embargo, adquieren gran belleza al ser plasmadas con deleitoso realismo en sus
lienzos.
Alguien
comentó que, mientras todos detestaban ese ambiente feo de la dictadura, ellos se
encargaron de embellecerlo.
En
el caso particular de Isabel Quintanilla según los entendidos, ella se
destacaba por ser la más observadora y, por tanto, más realista algo que
Antonio López por ejemplo, devino con los años por cuanto en un principio su
obra era un tanto surrealista, lo que al rectificar, fue ganando la fama con
que hoy goza.
Menos
mal que el año pasado, se hizo una exposición colectiva de “Los silenciosos” en
el Thyssen al que tuve la suerte de acudir y donde pude apreciar la obra de
esta gran pintora y de la de María Moreno, esposa de Antonio López que, sin
embargo, me parece insuficiente para el gran talento que ellas plasmaron en sus
obras.
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