Largas filas para tomar cita en el Hosp. Baca Ortíz. Foto: Diego Bravo. El Comercio
Antes de iniciar la labor para
cambiar el mundo, date tres vueltas por tu casa. Proverbio chino
El tema de la salud me afecta directamente ya que lo conozco de primera
mano, tanto a nivel profesional como personal, al haber participado directamente
dentro del sistema de salud ecuatoriano como del español. Por lo mismo, me
preocupa mucho lo que sucede con este tema particularmente en Ecuador, por
cuanto ya van ¡diez años! que no se puede aprobar el nuevo Código Orgánico de
la Salud (COS) con las consecuencias derivadas de ello, al persistir prácticas
propias de principios de siglo XX, como se puede ver en estas experiencias y en
la foto que precede esta opinión.
Por otro lado, además, parece existir una campaña para desprestigiar aún
más el sistema de salud ecuatoriano con el objeto tal vez, de provocar su
privatización, situación que lamentablemente se ha puso en práctica en España
con el Hospital de Alzira en Valencia con resultados tan desastrosos que, el
Estado, ha tenido que hacerse cargo de sus problemas financieros luego de 10
años de experiencia en ese sentido, por lo que se debería estar alerta ante
cualquier intento de hacerlo.
Como bien saben los que me han seguido a través de este blog, mi
insistencia de comparar varios aspectos de la vida pública de Ecuador con lo
que sucede en España, no tiene otro objetivo más que aprender las experiencias
positivas que se han dado en este país. Por lo mismo y pese a que la sanidad
española ha bajado en diez puntos en el rating de sanidad a nivel mundial de
acuerdo a la revista THE LANCET, no dejamos de sentirnos orgullosos de su
sistema de salud tanto así que, el New York Times por ejemplo, propuso su
modelo de atención primaria de salud así como sus centros de salud para solucionar
el problema que representaba el OBAMACARE, para lo cual contaba que en los años
80’, se crearon en España centros de salud a 15 minutos del domicilio de cada
ciudadano, evitando de esta manera los intermediarios o las aseguradoras y
siendo su servicio, gratuito, ya que la financiación se lo realizaba a través
de impuestos y el pago a la Seguridad Social.
En efecto, la financiación de la sanidad española se rige por tres
modelos: el Bismarck con aportes a
la Seguridad Social o sea financiada por empresarios y trabajadores; el Beveridge que es financiado por el
estado y da cobertura universal, mediante impuestos y pagos bajos por parte del
paciente (es decir que todo el que viva en España se le da asistencia cuando lo
necesite) y por último, el Liberal
que es el pago por acto médico y libre mercado. En Ecuador es algo parecido, el
Estado financia la salud pública y, por otro lado, los aportes a la Seguridad
Social financian su servicio de salud, aunque, lamentablemente he conocido que más de
420.000 personas de los más de ocho millones de afiliados al IESS (Instituto
Ecuatoriano de Seguridad Social), jamás han utilizado sus servicios, mayormente
por causa de su ineficiencia administrativa como asistencial.
Mi preocupación, entonces, ha partido de ello. ¿Por qué persisten estos
problemas de ineficiencia a tal punto de gozar la sanidad ecuatoriana de tan
mala fama?.
Intentando encontrar respuestas a esta interrogante, me he tomado el
trabajo de leer el borrador del COS así como también, la LGS (Ley General de la
Salud Española) cuyos artículos de éste último, los tuve que profundizar para
homologar mi título aquí en España, además de opiniones de expertos y
editorialistas ecuatorianos, entre ellos, varios ex ministros de salud y aunque
algunos parecen tener la buena intención de aportar con sus observaciones y
experiencias, me he dado cuenta que finalmente, divagan en asuntos secundarios
ya que, como bien lo aclara la Ministra de Salud Verónica Espinosa, el problema
principal para que no se haya aprobado aún el COS, se origina en un gran
desconocimiento de conceptos y de cómo debería funcionar el sistema de salud en
general, por parte de los interesados, que se ha visto en la necesidad de aclarar cuáles son los entes rectores de
la salud por ejemplo, que en este caso recaerían principalmente en el Ministerio
de Salud al ser el Ejecutivo un prestador de servicios y a su vez, el garante
de los derechos. Por lo mismo, indica que debería existir un consejo consultivo
asesor de la Autoridad Sanitaria Nacional la misma que participaría por ley, en
la formulación de políticas públicas, en aconsejar al sector, vigilar la
normativa, etc., todo esto, de manera articulada y organizada, para que se
cumplan las normas.
Algo parecido se hace aquí en España que, en este caso, se traduce en el
Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud, el mismo que es el
órgano permanente de coordinación, cooperación, comunicación e información de
los servicios de salud entre ellos y con la administración del estado, la misma
que está formada por la Ministra de Sanidad y Política Social quien a su vez,
ostenta la presidencia y por los consejeros COMPETENTES EN MATERIA DE SANIDAD
de las Comunidades Autónomas. De estos consejeros saldrá el vicepresidente
elegido por esos mismos consejeros y también consta de una secretaría que será
propuesta por el ministro de sanidad y política social.
Entonces, como es lógico, cualquier solución a
cualquier problema estaría en entender, primeramente, cómo está organizado todo
el sistema de salud de un país ya que, a partir de allí, surgen todos los
servicios. Una de las quejas más recurrentes en este aspecto, se refiere a que
todas las entidades rectoras, se encuentran centralizadas generalmente en las
grandes ciudades, tales como ministerios, grandes hospitales, institutos de
investigación, etc. Craso error que evidentemente, entorpece todo el sistema
afectando tanto a profesionales como a pacientes.
También he observado confusiones en el
sentido de los roles que debería cumplir el recurso humano puesto que, en el
caso de los profesionales son dos cosas muy distintas la parte médica y la
parte administrativa, ya que el médico por ejemplo que ha estudiado para
dedicarse a tratar a los enfermos y sus enfermedades puede o no ser gerente o
director de un centro sanitario, mientras que existen profesionales como
economistas o abogados que también lo pueden ser siempre y cuando, se hayan
preparado adecuadamente para ello generalmente, a través de un postgrado y que
luego, deben ser designados mediante concursos públicos. Por lo mismo, el
anterior gobierno intentó regular esta situación con relativo éxito, al existir
médicos que fungían de directores sin estar preparados para la enorme
responsabilidad de gestionar administrativamente y postgradistas en la desocupación por causa de profesionales que cumplían varios
roles con dos o tres sueldos provenientes del erario público.
Por
último, se debería establecer la cantidad de profesionales de la salud que existen
realmente así como los que se necesitan, siguiendo las recomendaciones de la
OMS por cuanto al parecer, ni siquiera se tienen estadísticas de los
profesionales que laboran en el país de tal manera que, luego de saberlo, se
oferten en las universidades las cantidades que se necesitan y también para
determinar cuántos profesionales extranjeros están en capacidad de acoger el
país para que, de esta manera, todos puedan ejercer de manera digna su profesión y también para que la población esté debidamente cubierta en su
asistencia sanitaria.
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