viernes, 27 de septiembre de 2019

DESPENALIZACION DEL ABORTO



                                         Foto: eltelegrafo.com.ec

La única puerta abierta, que la cierre Dios. Proverbio Árabe

Solemos los latinoamericanos apegarnos con demasiada facilidad a las modas y hoy por hoy, gracias a las redes sociales, con mucha más asiduidad. Y esto es lo que al parecer sucede con el tema del aborto que, en días pasados, la Asamblea Nacional del Ecuador siguiendo la tendencia mundial y latinoamericana, votó esta vez, en contra de la despenalización del aborto para todos los casos de violación, inclusive, en casos de mal formación del feto. Como consecuencia de ello, se produjo un intenso debate nacional y una gran cantidad de manifestantes salieron a la plaza de la Independencia para protestar por esta votación. Normalmente, es difícil concentrar gente para otras causas justas, pero la gente estaba tan indignada con el tema del aborto que acudieron miles, la mayoría mujeres ataviadas de pañuelos de color verde gritando consignas en contra de los asambleístas y de la iglesia católica.

Y decía que solemos apegarnos a las modas porque, al igual que sucedió con las madres que amamantan públicamente que, en Ecuador, siempre se lo ha hecho sin que implicase ningún problema para nadie más allá del resquemor que producía en los que lo rechazan, al ser mayormente las madres indígenas las que lo hacen que, tal vez sea  por ello que sus niños, pese a vivir en condiciones adversas de higiene soportan mejor las enfermedades y se los ve sanos y robustos.

En Ecuador -como iba diciendo-, los argumentos de aquellos que están a favor de la despenalización del aborto, aducen que es para evitar que las niñas y mujeres violadas sean encarceladas, cuando -al menos yo- jamás he escuchado que alguna lo haya sido y más bien creo yo, que gracias a este debate, se las ha puesto en el punto de mira y ya aparecen las primeras cifras que dan cuenta de varias mujeres que están siendo procesadas, cuando antes no se lo hacía.

La verdad es que nunca ha sido impedimento para abortar en Ecuador. Por mi profesión, he trabajado en algunos centros de salud y alguna vez, me vi sorprendida cuando una mujer se acercó a la farmacia y pidió sin ningún problema que se le venda “Pitosín”. Yo no sabía que era ello hasta que mi compañera que atendía la farmacia me comentó que provocaba síntomas de aborto natural y por ello, muchas mujeres lo utilizaban cuando no querían seguir con sus embarazos. También me llamó la atención cómo a algunos abortos se los llamaban “curetajes” y se lo hacían durante los primeros meses de embarazo. O también, si se presentaba una sospecha de malformación en el feto, siempre se consultaba a la madre si no deseaba abortarlo, y si lo decidía, se lo hacía sin ningún problema. Solamente una vez, supe de una chica que, desesperada por haberse quedado embarazada de su novio, solicitó a un compañero que le practique un aborto, saliendo tan mal que le provocó una hemorragia que lo llevó a la muerte, pero aquello no era un caso de violación y más bien, el médico que realizó la intervención, tuvo que enfrentarse a la justicia y sinceramente, no sé en qué terminó el asunto.

Estas experiencias los comento con toda su crudeza, porque los argumentos de los que defienden el aborto, lo hacen como si el ser humano que se está gestando en el vientre de su madre, se tratara de una cosa, de un grano o de un tumor. Por lo mismo, aducen que la “mujer es dueña de su cuerpo” y que puede hacer con él (el niño) lo que le venga en gana.

El problema que yo veo en esta dramática situación que, de paso, se me hace imposible imaginarme vivir una situación parecida cuando estas niñas y mujeres han vivido el proceso traumático de haber sido violentadas, es que no se soluciona abortando niños ya que el problema es estructural, de un sistema de desigualdad económica, social y cultural que impera en el Ecuador desde hace ya algunas decenas de años, la misma que provoca estos embarazos indeseados, las violaciones y por qué no, embarazos deseados en un principio, entre las mismas niñas que se enamoran del primer hombre que las corteja, muchas veces otros niños o del mismo violador que las engaña. 

Me cuestiono, además, cómo no va a haber violaciones que, según las estadísticas, las comete alguien cercano a las niñas como padres, tíos, primos, etc. si todos conviven o duermen en un solo cuarto donde allí mismo es dormitorio, cocina, baño tal como están estructuradas las casas de caña en la costa, por ejemplo? O, ¿si debido a la pobreza, viven sumidos todos, víctimas y victimarios, en un círculo vicioso de ignorancia gracias a la deficiente educación pública, al poco compromiso social de la prensa que emite o publica programas o artículos que no informan, no enseñan y, al contrario, pululan enlatados que hablan de telenovelas o programas musicales que incitan a la violencia y a la misma pedofilia? O ¿con una justicia que no es justa ya que no se ataja el problema de raíz, permitiendo que el violador siga a sus anchas o si es detenido y encarcelado, más bien entran a las universidades del delito que son las cárceles ecuatorianas, lugar donde no se reforman ni se arrepienten, peor, prepararse para reintegrarse a la sociedad como hombres o sujetos de bien?

Alguno dice por ahí, siguiendo el reclamo hastiado de la población, que deberían castigar a los violadores con la pena de muerte o con la castración química, cuando debido a lo anterior, es difícil saber si el violador lo es, como consecuencia del sistema o si es un sicópata por problemas de la mente o genéticos como parece demostrar la ciencia.

El asunto no es tan simple y por lo mismo, no se soluciona abortando niños. Una noticia circuló por las redes indicando que un hombre había violado no sé cuántas veces a sus propias hijas y luego a su propia nieta. El tipo, en medio de la impunidad, seguramente se sentía que vivía en un harem y solamente en este caso, de ser ley el aborto, ya se hubieran abortado por lo menos cinco niños, mientras el violador seguía a sus anchas.

La solución más bien, sería que el estado asuma el compromiso de gobernar para sus ciudadanos, protegiendo a la infancia, a las madres solteras, a los huérfanos, asumiendo su educación y su futuro y haciendo que la justicia funcione. También, que se convierta en prioridad la educación para TODA la población, a través de las instituciones educativas y a través de los medios de comunicación, empoderando a las niñas y mujeres, enseñándoles que el matrimonio o tener marido, no es la meta, sino su realización como personas y que la maternidad, sea una opción antes de embarazarse y no después, como pretenden hacerlos creer los que defienden el aborto.  

Solo de esta manera, se reducirán las violaciones y los violadores como se ha demostrado en países más desarrollados que, si suceden, se ven más bien como hechos aislados propio de gente desubicada en la sociedad.

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