"El que escribe para comer, ni come ni escribe" Francisco de Quevedo
A vueltas con el tema del cine, gracias a la independencia que tengo
para escribir el blog lo que me permite exponer u opinar cualquier tema que se
me antoje y en el momento que crea conveniente.
Como decía, vuelvo y esta vez, a poco de cumplirse 40 años
del estreno de la película BLADE RUNNER, la misma que se ha convertido en una
película de culto gracias a sus sorprendentes particularidades fílmicas,
tecnológicas y hasta filosóficas y, también, por ser precursora del llamado
género “Ciberpunk” la misma que influyó en los famosos vídeos musicales de
los 80 y 90 que se emitían por MTV, así como en el teatro y el cine.
En efecto, BLADE RUNNER, dirigida por el inglés Ridley Scott
y protagonizada por Harrison Ford, Sean Young, Rutger Hauer, Edward J. Olmos y
Daryl Hannah, entre otros, se estrenó en junio de 1982 y está basada en el libro
“¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?” que fue publicada en 1968.
Cuando fue estrenada, prácticamente lo hizo a pérdida ya que
no despertó mayor interés, sobre todo porque le salió en ese mismo año de
estreno, una gran competidora: EL EXTRATERRESTRE, E.T. que, sería por su final
feliz, que captó mayor simpatía y mayor taquilla a nivel mundial. Pero,
conforme fueron pasando los años, la película fue ganando más adeptos,
seguramente porque, como en las buenas películas, se va descubriendo mejor el
sentido de la misma llegando a ser considerada, no solamente por los
entendidos, sino hasta por los científicos gracias a una encuesta realizada por
el periódico londinense THE GUARDIAN, como la mejor película de ciencia ficción
de todos los tiempos superando, incluso, a la muy conocida 2001: ODISEA EN EL
ESPACIO de 1968.
En mi caso personal, nunca la había visto hasta que llegué a
España por lo que, probablemente, fue estrenada en Ecuador, pero al no existir
un crítico de cine en la prensa, no tuve conocimiento de ella. Fueron tantas
las menciones de la misma que no fue que hasta que la vi que pude valorarla y
gracias a que lo han trasmitido repetidas veces por televisión, cada vez que la
veo me gusta más y descubro toda su belleza gracias a su argumento y a sus
efectos especiales.
La película trata de una distopía pesimista que ocurre en el
año 2019 en la ciudad de Los Ángeles y que viene precedida por la rebelión de
unos robots androides llamados “replicantes”. Estos replicantes tienen un
período de vida -se podría llamar así- de 4 años, luego de los cuales deben ser
destruidos, probablemente, para que no le cojan gusto a ser como humanos o para
que no hagan daño, por lo que son aislados en unas colonias espaciales.
Lamentablemente, muchos de ellos, aprenden a tener recuerdos y hasta
sentimientos y no quieren desaparecer aún de la tierra por lo que acuden a su
inventor y a su fábrica, la Tyrell Corporation en busca de ayuda. Por otro
lado, las autoridades, al tener conocimiento de dicha rebelión, acuden a un
detective retirado, el veterano “blade runner” Rick Deckard, interpretado por
Harrison Ford, cuya función es precisamente eso, cazar a estos replicantes que se han colado en la tierra y
desaparecerlos, retirarlos de circulación o quizás, ¿matarlos? A partir de allí,
comienza una cacería de igual a igual siendo la trama de la película, una
vitrina que nos lleva a la reflexión acerca del futuro, del sentido de ser
humano, del papel de la tecnología sobre la sociedad, del individualismo o del
cambio climático, básicamente.
En su persecución, Deckard coincide con una hermosa chica
llamada Rachael, interpretada por Sean Young, de quien se enamora y resultando
ser una replicante por lo que él, la salva de morir, aunque para mi decepción,
parece ser que el blade runner también es un replicante, lo que no ha sido ni confirmado
ni desmentido por el director del filme, quizás para seguir manteniendo la
magia del filme.
Lo llamativo de la película es que, pese a la incipiente
tecnología del año 1982, se adelantó a ciertos hechos como es el avance de
China como potencia mundial, la probabilidad de hacer habitable la luna o marte,
la irrupción de los robots y la tecnología para hacernos fácil la vida e,
incluso, para sustituir al hombre en el trabajo, la masificación del cemento en
las grandes urbes, entre otras predicciones.
Pero, lo que quizás la hace más atractiva para nosotros, sus
seguidores, son las historias reales fuera de la pantalla, aparte de lo
accidentada que fue su grabación con despedida del director incluida o la monumental
ambientación en exteriores para lo cual necesitaron construir el equivalente a
ocho manzanas de edificios; la improvisación de diálogos por parte de los
actores en aras de embellecerlos más como el del replicante Roy Batty,
interpretado brillantemente por el holandés recientemente fallecido, Rutger
Hauer quien, al final de la película y según el guion original debía decir:
“Todos esos momentos se perderán” y dijo: “Todos esos momentos se perderán, como
lágrimas en la lluvia. Hora de morir…”; o, los escándalos provocados por la actriz Sean Young debido
a su cleptomanía, así como la enfermiza atracción sexual con su coprotagonista
de otra película, James Woods, que le llevó a éste, junto con su prometida de aquel entonces a
denunciarla por acoso y daño emocional, aparte de sus desencuentros con sus
compañeros de rodaje de otras películas.
Una película sin duda, que no dejará de sorprendernos, más allá de 2019.
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